La mediateca, un ventana a las historias invisibles


unas memorias colaborativas que expliquen la historia de las vecinas del barrio del Raval de Barcelona. Este es el objetivo de la Mediateca del Raval, Que organiza la cooperativa Colectic mediante talleres participativos con ancianos y entidades. «No queremos la gran historia de los libros sino la de las vecinas», dice el coordinador, Joel Calvet. Para ello utilizan una web elaborada con una herramienta de software libre, Y ofrecen herramientas y formaciones para aprender a grabar y editar vídeo, o digitalizar fotografías, según las necesidades del grupo.

La idea es que tengan un envejecimiento activo y prevenir la soledad, explica Calvet, que con la pandemia ha hecho tareas de cuidados para mantener el contacto con los y las participantes, que tienen entre 60 y 85 años. Les gusta porque hacen amistades, aprenden cosas nuevas como el funcionamiento de la impresora 3D y cuentan historias. «Creemos que como son personas mayores no tienen nada que aprender, pero es lo contrario», apunta.

Cuando empezaron a hacer radio fue todo un acontecimiento. Esperaban con impaciencia cada miércoles para poder contar sus historias y compartirlo con el vecindario, y terminaron haciendo un programa en plena calle para la fiesta reivindicativa de la rumba catalana con motivo de la inauguración de los murales dedicados al género situados en la calle la Cera. Para la organización, preservar la memoria de los barrios es importante especialmente en el Raval por los cambios de población constantes que hay, la gentrificación y la desaparición de colectivos como la población gitana.

‘Las pieceras’, vertidas en el trabajo sumergida

Tras hacerse cargo de la casa, de su padre, de su marido y de poner a los hijos en la cama, la Lala cerraba la puerta del comedor, cogía la máquina de escribir y se ponía a hacer etiquetas para archivos hasta las dos de la madrugada. Al día siguiente, muy pronto, tenía que levantar a los niños para ir a la escuela. Como ella, muchas mujeres -sobre todo las que vivieron la posguerra trabajaban en casa haciendo trabajos manuales que se contaban por piezas después de asumir las tareas domésticas.

Eran corbata, guanteras, Ensobradora de tarjetas, ensambladoras de compases o enfundadores de botones. Cuando se casaban, se las forzaba a firmar un papel para renunciar a trabajar porque ya no eran rentables, pero continuaban haciendo trabajos extras sin cotizar. Aunque han trabajado mucho, muchas no reciben la pensión.

La Mediateca, en colaboración con territorios olvidados, Propuso a algunas participantes explicarlo grabando cápsulas de vídeo a ‘Las pieceras’. Este proyecto se extendió por otros barrios y municipios y muchas de estas cápsulas se acabaron sumando en un documental. La Lala, pero, resignificar la palabra y dice que la piecero es una mujer que es «la pieza central de un puzzle de su casa». Cree que hay que reivindicar el trabajo sumergida de las mujeres para que no se repita y para que no se conoce lo suficiente. Como lo tenían asumido porque tenían que llevar un sueldo a casa, todo este trabajo había quedado invisibilizada. «Mis nietos no sabían nada hasta que no fui a la Mediateca. Me dijeron: «todo esto hacías, abuela?» «.

Además de ser entrevistada en La Mediateca del Raval, ha aprendido a hacer entrevistas y vídeos. «Ahora ya no sabría cómo hacerlo, pero si no sé, lo pregunto», afirma con energía. Y es que no es el único que hace durante la semana, forma parte de un grupo de teatro, escribe cuentos y da clases de yoga en un hogar de ancianos. Con la pandemia, sin embargo, ha tenido que detenerse fuerza y ​​ya tiene ganas de retomar la actividad: «Estoy que me subo por las paredes».

Recuperar virtualmente la hermandad de un gimnasio

El Centro Gimnástico Barcelonès ha sido uno de los pocos gimnasios sociales sin ánimo de lucro de la ciudad y seguramente uno de los primeros, fundado en 1933. El Juan lo sabe muy bien porque era asociado y fue entrenador y capitán del equipo de gimnasia deportiva ornamental del centro. La hermandad que había le marcó tanto que intentó recuperarlo físicamente. Ahora lo hace de manera virtual.

Fotografía de los socios fundadores del Centro Gimnástico Barcelonès (Fondo fotográfico del CGB)

Después de que cerrara el 2004 por cuestiones económicas, un grupo de ex socios habilitaron una sala en el mismo local de la calle Joaquin Costa con el permiso del nuevo propietario, que la había adquirido para hacer subastas, y recuperaron archivos que se ‘habían perdido, algunos de los cuales encontraron los contenedores. Finalmente, el propietario lo vendió, a pesar de los intentos para que el comprendido del Ayuntamiento de Barcelona, ​​y ahora es una residencia de estudiantes. Entonces, sin embargo, el Juan conoció la Mediateca, «un escalón, una mano sin la cual no hubiera salido adelante».

«Se me abrió una ventana al mundo para publicar la documentación del gimnasio», dice Joan, que tiene un apartado de la web con más de 400 publicaciones. Se lo toma tan a conciencia que pidió poder editar la web desde casa ya que suele quedarse hasta la madrugada buscando información y confirmando las fechas: «Cuando me pongo el reloj no existe. Hay un trabajo descomunal. Lo he hecho todo yo «. De hecho, cuando se jubiló se compró un ordenador nuevo para poder dedicarse a lo que le gusta, que es la fotografía, el vídeo y la escritura, además de mantener la forma física haciendo verticales cada mañana y yendo a la desnivel de vez en cuando.

La respuesta a toda esta documentación ha sido entrañable. Se ha encontrado con comentarios de gente que conoció el centro y de otros socios: «Hay gente que me lo ha agradecido, que me ha dicho» yo no sabía eso de mi amigo. Qué sorpresa », o que me rectifica cosas, y luego hay mucho correo basura «.



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