Formación en turismo, garantía de futuro


El turismo tiene delante la oportunidad de transformarse y de salir reforzado de esta crisis. Antes de la pandemia, el turismo representaba el 12% del PIB y el 14% del ocupación de Cataluña, cifras que evidencian el peso que tenía el sector -y que continuará teniendo- en el conjunto de la economía y, por tanto , la importancia que tiene como apuesta de país. Pero no podemos caer en la trampa de retomarlo donde lo habíamos dejado. Ahora, necesitamos avanzar conjuntamente hacia una actividad turística sostenible y responsable, como pilar fundamental de una economía diversificada que incluya la ciudadanía y resulte en beneficios compartidos para visitantes, residentes y organizaciones implicadas.

Esta transformación, que personalmente entiendo como un compromiso con la sostenibilidad económica, ambiental y social del turismo, hay que impulsarla ahora firmemente. Y, aquí, no tengo ninguna duda de que los profesionales de las empresas del sector y los gestores de los destinos turísticos tienen mucho que decir. Sin embargo, las personas que formarán parte en el futuro también deben hacer suyo este compromiso y implicarse. La formación y el conocimiento son un elemento capital para el día de mañana de un sector basado en la innovación, la competitividad, el ocupación de calidad y el desarrollo sostenible, al servicio de la sociedad.

En mi opinión, las universidades deben ser un actor clave en la creación de este futuro más sostenible y deben responder a una cuestión que marcará la formación de los futuros profesionales: las habilidades y las competencias necesarias para la recuperación y consolidación de este turismo responsable al que no podemos, ni queremos, renunciar.

Para reinterpretar las competencias profesionales que requerirá el sector y la sociedad en un futuro e identificar otras nuevas -alineades con los objetivos 2030 de las Naciones Unidas-, conviene, antes de nada, prever los cambios, detectar las necesidades de este futuro que se quiere crear y, en concordancia, ajustar la oferta de formación inicial y de formación continuada a lo largo de la vida. Si sólo atendemos las necesidades actuales del sector, dejaremos atrás los estudiantes y, además, perjudicaremos la competitividad y el progreso social.

Las habilidades que necesitarán los futuros profesionales del turismo probablemente no serán muy diferentes de las actuales, pero la experiencia de la pandemia hará avanzar más rápidamente y con más fuerza hacia la capacidad de innovación, de resiliencia, de trabajo en equipo y de orientación al cliente. Con flexibilidad, agilidad y pensamiento crítico. Habrá que sumar, como no podría ser de otro modo, las competencias digitales y un amplio conocimiento en seguridad y salud adaptado a situaciones extremas como la que ahora precisamente estamos viviendo.

El turismo pide una apuesta firme de país, de momento muy débil en los hechos

LA ADAPTACIÓN DEL SISTEMA UNIVERSITARIO
Antes de la pandemia ya nos encontrábamos en un mundo cambiante. La Covidien-19 aún lo ha acentuado más. Desde escuelas y empresas hasta la sociedad, en su conjunto. También lo deben hacer los centros universitarios, con el objetivo de formar a las personas para que sean capaces de encabezar este cambio de paradigma, de conectar los puntos entre una visión aspiracional de un futuro sostenible y un enfoque del sector y los destinos que haga realidad esta visión.

El sistema de educación superior debe combinar versatilidad y especialización, adoptando una visión holística del sector para hacer frente a los retos que tiene por delante. En el CETT, como centro universitario de referencia en turismo, hotelería y gastronomía, adscrito a la Universidad de Barcelona, ​​estamos en contacto con el sector, del que también formamos parte, y constatamos esta necesidad de adaptación a los cambios sociales de todo orden. Apostamos por una formación que permita a los futuros profesionales ser capaces de leer correctamente cuál es la evolución y las implicaciones que tiene el turismo para la sociedad, intuir las necesidades y las voluntades de los viajeros y generar una oferta turística sostenible de acuerdo con la identidad y el paisaje del territorio. En este contexto, la ética aplicada, que hemos incorporado a los programas de formación, aparece como marco y herramienta de gestión desde la que promover el diálogo social necesario para la reactivación y transformación del sector se desarrolle de manera sostenible, respetuosa y fundamentada .

EL IMPULSO DE LA FORMACIÓN Y LA INVESTIGACIÓN
Si queremos un turismo de calidad con profesionales formados con todas las competencias, debemos impulsar y apostar por la investigación. Esta pone al alcance del sector conocimiento y datos que permiten entender el entorno y tomar decisiones desde el rigor. En turismo, la base de la investigación debe encontrarse en los retos que afronta el sector y aquellos aspectos que la sociedad señala como relevantes en el contexto actual. La investigación debe tener siempre en consideración la realidad y no puede volverse, en ningún caso, en una búsqueda teórica y alejada de esta realidad.

En Cataluña contamos con centros universitarios y de investigación de referencia, donde se genera un gran conocimiento. De este conocimiento se debe nutrir el tejido productivo y toda la sociedad. De hecho, tenemos un acuerdo de país en este sentido, que hay que poner en valor: el Pacto Nacional para la Sociedad del Conocimiento, que impulsa una estrategia conjunta entre la educación superior, la investigación y la innovación y la economía productiva para en la Cataluña del futuro. En la actual crisis sanitaria, esta es una apuesta prioritaria. El turismo es una disciplina académica reciente en el contexto universitario catalán que pide una apuesta firme de país, de momento muy débil en los hechos. ¿Qué tiene que pasar para que esto cambie?

Estoy convencida de que el impulso de la formación y la investigación es la mejor vía posible para un sector turístico sostenible y para unos destinos igualitarias y cohesionadas. Quizás la mejor garantía de futuro.

La doctora María Abellanet es CEO del CETT



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