El sector TIC y el conflicto en Sage

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[Català]

El sector TIC y el conflicto en Sage:

El sector tecnológico es uno de los sectores que mantiene el crecimiento y la estabilidad que otros sectores económicos en el estado han ido perdiendo en los últimos años. La necesidad de digitalización, generalizada a raíz de la covid y los importantes avances tecnológicos recientes son algunas de sus razones. Así, el sector consigue mantener un buen número creciente de ocupados y, no sólo eso, sino que a menudo consigue que, en un contexto de constante pérdida de la calidad de vida y de capacidad adquisitiva, quien trabaja se sienta a salvo .

Si bien es cierto, que éste parece un sector con potencial para seguir desarrollándose, también es cierto que es uno de los que mejor reflejan cómo los cambios y avances tecnológicos, bajo las lógicas capitalistas, acaban suponiendo que haya grandes cantidades de sitios de trabajo que se vuelvan innecesarios o excesivamente caros, comparados con las posibilidades de externalizarlos o sustituirlos por soluciones digitalizadas o automatizadas en un período de tiempo corto.

A este factor, se puede sumar la falta de organización de los trabajadores, poco alentados por sindicatos, que lejos de ser capaces de transformar las carencias e insuficiencias de los puestos de trabajo en luchas colectivas, juegan individualmente una competición constante que ha sido acompañada por el discurso que nos decía que alguien que se mantenía estático en el mismo puesto de trabajo perdía potencial y corría el riesgo de estancarse en un ámbito que nunca se detiene. Esta lucha individual, por obtener unas condiciones suficientes y por ir dejando atrás las posiciones más precarizadas en que muchas empezamos, lleva inevitablemente a la alta movilidad entre puestos de trabajo y en consecuencia, a la temporalidad, perdiendo así factores tan importantes como el antigüedad a la hora de tener cierta estabilidad, y esta alta movilidad dificulta, aún más, la creación de estructuras de organización entre las y los trabajadores.

Es necesario sumar a todos estos factores la constante deslegitimación de las luchas de trabajadoras y trabajadores cuando no se encuentran en condiciones tan precarias. Así, las luchas con las que las empresas no utilizan tan intensa o explícitamente los mecanismos de explotación, a menudo precisamente por falta de miembros de nuestra clase preparados para realizar el trabajo, son cuestionadas constantemente, aunque las empresas en las que trabajan estén sacando de su trabajo grandes porcentajes de plusvalía. De esta manera se ha convencido a la clase trabajadora del sector de que están en una posición privilegiada y que por tanto no tienen derecho a queja oa exigencias en sus condiciones de trabajo acusándoles de falta de solidaridad en caso de pretenderlo .

Visto esto no resulta complicado ver cómo hemos consumido con un sector con una ocupación mayor de 500.000 afiliados en todo el Estado totalmente desorganizado y que no es capaz de hacer de las luchas y reivindicaciones algo colectivo. Un sector sin herramientas para defenderse.

A pesar de no ser un sector que esté sufriendo especialmente la ralentización de los últimos años, hemos observado cómo son muchas las empresas tecnológicas que han querido detener los ritmos de concesiones a la clase trabajadora, y tensar un poco más las cuerdas, para seguir extrayendo el máximo beneficio del trabajo de las y los trabajadores.

Lo podemos ver reflejado en un convenio TIC insuficiente, que permite pérdidas en el poder adquisitivo, y también en la ola de despidos en grandes tecnológicas, y en que ninguno de ellos ha encontrado resistencia suficiente de la clase organizada, exceptuando la huelga en algunas consultoras.

En el caso concreto de Sage, en las 10 empresas del sector de la informática con más ventas, en los últimos 4 años se han realizado un total de 3 EREs. La intención es continuar extrayendo todo el beneficio posible a costa de que quien trabaja pierda su puesto de trabajo y la antigüedad. Mientras que la empresa sigue extrayendo altísimos beneficios y disparando sus acciones en bolsa, quien trabaja en ella se encuentra sin ningún tipo de margen de maniobra para confrontar a la empresa como consecuencia de la falta de organización.

La empresa muestra claramente cuáles son sus intereses, muestra interés nulo en buscar mejores soluciones para quien trabaja, y hace uso del poder que el sistema le da para utilizarnos mientras nos puede extraer beneficios y echarnos cuando dejamos ser útiles, al coste necesario. Así, la empresa no propone medidas formativas, no propone medidas de recolocación dentro de la empresa, se limita a anunciar despidos ya poner unos márgenes para la negociación, que ya conoce, será a puerta cerrada.

De esta forma la clase trabajadora quedamos, una vez más, sin herramientas, sin organización, sin maneras de hacer frente a sus condiciones, y al mismo tiempo la empresa se ve con margen para seguir tensando, cada vez un poco más, cada vez utilizando vías más distantes, las comunicaciones con la RPT ahora son mediante abogados, o pudiendo imponer medidas que parecen ser sólo un pequeño retroceso para nosotros, pero poco a poco, suponen cambios sustanciales en nuestras condiciones.

Hay que ser conscientes de que las condiciones del mercado no siempre serán «tan buenas», aunque hoy no seamos nosotros quien a sus ojos «sobremos», podemos serlo mañana, no habrá miramientos por parte de ellos cuando tengan que hacernos fuera si no tenemos organización y lucha por responder.

Para tener capacidad de hacer frente a esta situación, para que el empeoramiento de nuestras condiciones pueda tener respuesta, la única vía es la organización en cada centro de trabajo, la solidaridad y la conciencia de que nuestras condiciones dependen de los sus intereses si no nos enfrentamos, porque individualmente no tenemos margen para enfrentarnos a quien nos explota y nos da las migajas de lo que producimos, tal y como se ha demostrado tantas veces en la historia.

Barcelona, ​​24 de enero de 2024.

Célula Ramon Casanellas.

[Castellano]

El sector TIC y el conflicto en Sage:

El sector de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) es uno de los sectores que mantiene un mayor crecimiento y estabilidad en comparación a otros sectores económicos del Estado. La necesidad de digitalización, generalizada a raíz de la covid y los importantes avances tecnológicos recientes son algunas de sus razones. Así, el sector consigue mantener un buen número creciente de ocupados y, no sólo eso, sino que a menudo consigue que, en un contexto de constante pérdida de la calidad de vida y de capacidad adquisitiva, quien trabaja se sienta a salvo.

Si bien es cierto, que éste parece un sector con potencial para seguir desarrollándose, también es cierto que es uno de los que mejor reflejan cómo los cambios y avances tecnológicos, bajo las lógicas capitalistas, acaban suponiendo que haya grandes cantidades de sitios de trabajo que se vuelvan innecesarios o excesivamente caros, comparados con las posibilidades de externalizarlos o sustituirlos por soluciones digitalizadas o automatizadas en un período de tiempo corto.

A este factor, se puede sumar la falta de organización de los trabajadores, poco alentados por sindicatos, que lejos de ser capaces de transformar las carencias e insuficiencias de los puestos de trabajo en luchas colectivas, juegan individualmente una competición constante que ha sido acompañada por el discurso que nos decía que alguien que se mantenía estático en el mismo puesto de trabajo perdía potencial y corría el riesgo de estancarse en un ámbito que nunca se detiene. Esta lucha individual, por obtener unas condiciones suficientes y por ir dejando atrás las posiciones más precarizadas en que muchas empezamos, lleva inevitablemente a la alta movilidad entre puestos de trabajo y en consecuencia, a la temporalidad, perdiendo así factores tan importantes como el antigüedad a la hora de tener cierta estabilidad, y esta alta movilidad dificulta, aún más, la creación de estructuras de organización entre las y los trabajadores.

Es necesario sumar a todos estos factores la constante deslegitimación de las luchas de trabajadoras y trabajadores cuando no se encuentran en condiciones tan precarias. Así, las luchas con las que las empresas no utilizan tan intensa o explícitamente los mecanismos de explotación, a menudo precisamente por falta de miembros de nuestra clase preparados para realizar el trabajo, son cuestionadas constantemente, aunque las empresas en las que trabajan estén sacando de su trabajo grandes porcentajes de plusvalía. De esta manera se ha convencido a la clase trabajadora del sector de que están en una posición privilegiada y que por tanto no tienen derecho a queja o a exigencias en sus condiciones de trabajo acusándoles de falta de solidaridad en caso de pretenderlo.

Visto esto no resulta complicado ver cómo hemos acabado con un sector con una ocupación mayor de 500.000 afiliados en todo el Estado totalmente desorganizado y que no es capaz de hacer de las luchas y reivindicaciones algo colectivo. Un sector sin herramientas para defenderse.

A pesar de no ser un sector que esté sufriendo especialmente la ralentización de los últimos años, hemos observado cómo son muchas las empresas tecnológicas que han querido detener los ritmos de concesiones a la clase trabajadora, y tensar un poco más las cuerdas, para seguir extrayendo el máximo beneficio del trabajo de las y los trabajadores.

Lo podemos ver reflejado en un convenio TIC insuficiente, que permite pérdidas en el poder adquisitivo, y también en la ola de despidos en grandes tecnológicas, y en que ninguno de ellos ha encontrado resistencia suficiente de la clase organizada, exceptuando la huelga en algunas consultoras.

En el caso concreto de Sage, entre las 10 empresas del sector de la informática con más ventas, en los últimos 4 años se han realizado un total de 3 EREs. La intención es continuar extrayendo todo el beneficio posible a costa de que quien trabaja pierda su puesto de trabajo y la antigüedad. Mientras que la empresa sigue extrayendo altísimos beneficios y disparando sus acciones en bolsa, quien trabaja en ella se encuentra sin ningún tipo de margen de maniobra para confrontar a la empresa como consecuencia de la falta de organización.

La empresa muestra claramente cuáles son sus intereses, muestra interés nulo en buscar mejores soluciones para quien trabaja, y hace uso del poder que el sistema le da para utilizarnos mientras nos puede extraer beneficios y echarnos cuando dejamos ser útiles, al coste necesario. Así, la empresa no propone medidas formativas, no propone medidas de recolocación dentro de la empresa, se limita a anunciar despidos y poner unos márgenes para la negociación, que ya conoce, será a puerta cerrada.

De esta forma la clase trabajadora quedamos, una vez más, sin herramientas, sin organización, sin maneras de hacer frente a sus condiciones, y al mismo tiempo la empresa se ve con margen para seguir tensando, cada vez un poco más, cada vez utilizando vías más distantes, las comunicaciones con la RLT son ahora mediante abogados, o pudiendo imponer medidas que parece que son sólo un pequeño retroceso para nosotros, pero poco a poco suponen cambios sustanciales en nuestras condiciones.

Hay que ser conscientes que las condiciones del mercado no siempre serán “tan buenas”, aunque hoy no seamos nosotros quien a sus ojos “sobremos”, podemos serlo mañana, no habrá miramientos por parte de ellos cuando tengan que hacernos fuera si no tenemos organización y lucha para responder a ella.

Para tener capacidad de hacer frente a esta situación, para que el empeoramiento de nuestras condiciones pueda tener respuesta, la única vía es la organización en cada centro de trabajo, la solidaridad y la conciencia de que nuestras condiciones dependen de los sus intereses si no nos enfrentamos, porque individualmente no tenemos margen para enfrentarnos a quien nos explota y nos da las migajas de lo que producimos, tal y como se ha demostrado tantas veces en la historia

Barcelona, ​​24 de enero de 2024.

Célula Ramon Casanellas.

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El sector TIC y el conflicto en Sage