Cómo están cambiando nuestras relaciones afectivas con la digitalización


El avance de las telecomunicaciones y las reflexiones sobre afectos confluyen en una sociedad hiperconectada que puede sincerarse siempre que lo desee y cada vez más abierta a romper con patrones como el amor romántico. El entorno digital ha hecho que las relaciones humanas puedan ser únicamente virtuales y cambien nuestros hábitos, además de reflejar las violencias que ya vivíamos como el acoso y el machismo.

Remedios Zafra habla en su libro ‘El entusiasmo’ de cortejo digital, de relaciones sexoafectivas más individualistas, también más imaginativas y que tardan más en hacerse físicas, o de las nuevas tecnologías aplicadas a los juguetes sexuales que juegan un papel importante para suplir la presencia por otro en el auge del sexting, la práctica de intercambiar contenido erótico cada vez más extendida que, si no tenemos cuidado, puede amenazar nuestra privacidad.

A Trama.coop trabajan la dinamización cultural y la sensibilización social desde una perspectiva feminista y transformadora. Creen que el entorno digital facilita que dejemos de ser afectivamente responsable y que banalizamos lo que hacemos y decimos. «Podemos tener la sensación de que lo que ocurre no es del todo real, y es más fácil engañar y hacer daño a los demás», alertan. Esto sucede porque posibilita el anonimato y «la trampa de maquillarnos o dar una versión mejorada de nosotros hasta el punto de poder construir una identidad nueva y ser otra persona».

Ellas son críticas con las pantallas y trabajan a través de recursos pedagógicos por educar en su uso. Creen que «la inmediatez se nos ha colado a la fuerza» y para demostrarlo sólo tenemos que ver cómo podemos enfadarnos porque alguien no nos ha respondido un mensaje, cómo reenviamos vídeos o noticias que no sabemos si son ciertas o consentidas o cómo estamos pendientes del teléfono cuando estamos con las amistades: «Esto tiene un impacto en las dinámicas relacionales, pero también en las relaciones con nuestro entorno, en cómo disfrutamos de las calles o en el aburrimiento».

Respecto a cómo las aplicaciones de citas transforman nuestras relaciones sexoafectivas, señalan una tecnología capitalista y patriarcal que prioriza el beneficio, la acumulación de experiencias y el éxito, y que proyecta a nuestros cuerpos como objetos de consumo.

«Habría que hacer un ejercicio individual y colectivo y pensar activamente qué nos gusta y qué no de estas dinámicas que se nos han colado en el día a día, en las relaciones interpersonales y en la que tenemos con nosotros mismas sin ser- muy conscientes. Y utilizarlas para lo que necesitamos, educándonos en la tecnología para utilizarla y transformarla para que respete lo que consideramos valioso», concluyen.



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