Nuestros niños y niñas, pequeños medianos o grandes, seguro han llevado las notas en casa; algunos con unos resultados excelentes y otros con alguna materia a mejorar. Pero no podemos analizar nuestros hijos con la evaluación en las diferentes materias que estudian, hay una valoración global: su carácter, su manera de comportarse y la gestión de sus emociones que será el que realmente el definirá como persona humana. La formación / educación debe ser integral, por eso echo de menos una parte importante como es la emocional. Aprender a gestionar las emociones para poder desarrollar la inteligencia emocional, que a pesar de no incluirse en el currículo nos ayuda en las relaciones sociales a todos niveles.

Tenemos claro el papel de la escuela: enseñar; tenemos claro el papel de los padres y madres: educar; pero hay un plus que sólo pueden aportar la gente con excedentes en materia de paciencia, los abuelos y abuelas. No todas las familias pueden tener los ancianos en su casa, pero si tiene la suerte de que estén en vida encuentro que valdría la pena aprovecharlos y crear sinergias intergeneracionales. No utilizamos nuestros mayores como simples taxistas, dejamos que regalen nuestros pequeños y pequeñas su sentido común, ellos y ellas son maestros de vida con una gran perspectiva, y con sus historias, aunque repetidas mil veces, les enseñarán los secretos de una vida que han madurado lentamente.

Seguro que todos recordaréis unas cuantas vivencias, más o menos divertida, pero rodeada de amor para todos los fines y esquinas con sus abuelos y abuelas. Dejemos que nuestros hijos e hijas tengan esta formación emocional de la mano de alguien tan cercano, dispuesto y preparado como nuestros abuelos y abuelas, y sobre todo no deje que les falten más al respecto, nuestro amor comienza con un trato exquisito!

Presentadora de TV.