Reciclamos el plástico sobrante de las impresoras 3D?


El filamento más utilizado por las impresores 3D es el PLA, Un material hecho de maíz que es biodegradable en condiciones de compostaje industrial, pero que tardaría unos 80 años en degradarse en la naturaleza. Fabricarlo requiere energía y disminuye recursos alimentarios en todo el mundo. Además, muchos recortes de material se descartan o se utilizan para pruebas y apoyo. Este impacto podría agravarse cuanto más se popularice la fabricación digital. Es por ello que la cooperativa Colectivo I Makers Zone BCN buscan la manera de reciclar estos residuos.

La idea es empezar utilizando el material de desecho que generan las dos entidades. «La opción más fácil es triturarlo y convertirlo en planchas para volverlo a trabajar», explica Daniel Cruz, de Makers Zone BCN, pero las opciones pasan también por hacer máquinas de inyección de plástico que permitan crear objetos como botellas, macetas, mosquetones … El objetivo final sería, comenta, convertir los residuos en nuevos filamentos.

A partir de este proyecto piloto que quieren poner en marcha de cara al próximo curso, se podría ingresar en otra fase de reciclaje comunitario del plástico de uso cotidiano. Hablarían con el entorno para centralizar los residuos y poderlos convertir en filamento para las impresoras de las entidades, que son accesibles a quien las quiera usar.

Para ello, necesitan máquinas de código abierto que podrían programar para hacer los diferentes procesos de reciclaje y un espacio para almacenar el plástico, limpiarlo y seleccionarlo. Todo esto requiere de una financiación para hacerlo a gran escala. Por ahora cuentan con la colaboración de los cinco ateneos de fabricación de Barcelona. «La colaboración es clara pero todavía no sabemos cómo será», apunta Cruz, que pone en duda los recursos disponibles.

Ya hemos visto que la tecnología no es tan verde como podía parecer y tampoco lo es la fabricación digital que, además de utilizar plásticos y bioplásticos, consume 100 veces más energía que la fabricación tradicional en el caso de las que funcionan con calor o láser. A pesar de ello, el tejido cooperativo y asociativo ya hace volar palomas para hacerlas más sostenibles. Y avisan: los quieren hacer aterrizar.



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