Nativas digitales excluidas de la digitalización


Las nuevas generaciones son nativas digitales, pero esto a menudo no significa que tengan equipamiento, entrada a Internet y conocimientos para utilizar la tecnología. Una realidad que cogió desprevenida a la administración con la pandemia: el Govern contabilizó que había 55.000 familias catalanas sin conexión suficiente para seguir las clases online. Tan evidente se hizo esta necesidad que algunas entidades tuvieron que reinventarse.

Las educadoras de REIR (Recursos Educativos para la Infancia en Riesgo) detectaron la falta de equipamiento y de conectividad, e hicieron llegar equipos provenientes deleconomía circular a las familias. Lograron llegar a cerca de 1.250 personas, sobre todo del Vallès Oriental y Osona, con previo aval de las escuelas o de la administración. «No es lo mismo no tener conexión a Barcelona ciudad que a un pueblo de 100.000 habitantes. En el pueblo, aunque abras el wifi, no llega a nadie», dice el director de la entidad, Dani Julià.

Lo hicieron a partir del trabajo en red con empresas y entidades, y gracias al trabajar como voluntario de las personas que preparaban el software. «Somos meros transmisores», afirma, pero también tienen una trayectoria de 15 años haciendo compañía en las escuelas, sumado a un interés inicial por la innovación social.

«A nivel de material estamos paliando la brecha digital, pero a nivel de conocimientos debe seguir trabajando», admite. También apunta que nos olvidamos fácilmente de los progresos que hacemos: «Ahora estamos vacunados y pensamos que ya no hace falta trabajar la brecha digital, pero hay que trabajar igual como herramienta de capacitación porque nos sirve para salir adelante. Y las carencias volverán a salir».

Julià explica que cuando hace cursos se da cuenta de que hay conocimientos básicos que no están logrados por la infancia y por muchas familias que no les pueden apoyar: «Hablamos de nativos porque vemos youtube, jugamos a juegos y escribimos en word, pero nos queda mucho por aprender». Seguramente porque no se ha hecho una planificación sino que se ha trabajado con el ensayo-error para «salvar el balón».

Entrar en el mundo digital es cada vez más imprescindible, y si no se adquieren estos conocimientos, se puede excluir a mucha gente. Lejos de ser un problema, es una oportunidad para las entidades sociales, que deben dar un camino adelante para trabajar lo que Julià considera que son los dos principales retos de futuro: los conocimientos digitales y la pobreza energética.

El proyecto, creado para responder a la pandemia, sigue repartiendo equipamientos a los grupos escolares confinantes y está evolucionando con recursos para trabajar la tecnología con las mujeres en riesgo de exclusión. Han visto que la brecha digital de género se suma a las desigualdades sociales y se profundiza en la crisis económica.

Las mujeres deben estar

Romper con esta brecha digital de género es la motivación del proyecto Ingeniero, galardón DonaTIC de este año, que trabaja las VAPOR desde la primera infancia para aproximar la tecnología de una forma divertida a las niñas y niños, pero también actúan con el entorno, las familias, los equipos docentes y las empresas.

Sólo el 35% de las personas matriculadas en carreras STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas) son mujeres. Se lo conoce bien Silvia Planella, fundadora y directora del proyecto, que se pasó toda la carrera de Ingeniería Mecánica justificándose por su elección de que había sido totalmente vocacional. Luego fue madre y decidió que tenía que hacer algo para desmontar éstos estereotipos que están por todas partes, desde las tiendas de ropa a la forma en que tratamos a los bebés.

Durante la primera infancia todavía no hay niños y niñas sino personas con más habilidades o menos, explica Planella, aunque cree que ya nacemos marcadas: «Nos suele cuidar a la madre y después, en la guardería, la mayoría son mujeres. Sin decir nada, esto ya tiene un impacto».

Y es que «Todos y todas debemos ser parte activa del cambio con la infancia, en secundaria ya hacemos tarde». El objetivo es que «puedan encontrar sus talentos, que nadie les pare el camino y que tengan confianza para hacer lo que quieran». Para ello es necesario un mensaje de igualdad, referentes femeninos y modelos reales que no supongan una presión para las chicas.

«No podemos quedarnos fuera de la ingeniería ni de la tecnología. Son las disciplinas donde hay más demanda, donde los sueldos son más elevados y donde hay más futuro. Si no estamos la brecha cada vez será mayor», concluye.



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